domingo, 24 de diciembre de 2006

Acariciar el detalle, el divino detalle


A propósito de mis amigos que piensan que la literatura es solo una afición, estuve revisando nuevamente el ensayo sobre Nabokov en el libro "I Have Landed" de Stephen Jay Gould. En el ensayo Gould trata de explicar la excelencia de Nabokov en dos disciplinas aparentemente disímiles, la ciencia y la literatura. Nabokov fue Investigador en Zoología en la Universidad de Harvard y publicó artículos sobre taxonomia de mariposas, llegando a describir un nuevo género Lycaenidae. Fue conocido por sus alumnos y colegas por su apego al detalle y la exactitud en la descripción de especies, una cualidad siempre admirada en la investigación científica.

Nabokov fue trilingüe, y por ese motivo fue muy escrupuloso en el tema de las traducciones de sus textos literarios. Es conocido además su amor por el detalle en el estilo y la estructura en sus obras literarias.

Es muy díficil establecer que disciplina influyó en la otra, ya que a lo largo de su obra hay referencias cruzadas. Sin embargo, hay algo común a la ciencia y la literatura: la observación sistemática, esa pasión por la contemplación de los detalles de los eventos naturales y de la vida humana. Esa mirada aparentemente fría y descarnada que se imputa muchas veces a los científicos, pero que esconden la alegría y emoción por los descubrimientos de la naturaleza. Una especie de sorpresa infantil.

Un ejemplo de ello se puede encontrar en un pasaje de Ada (tomado del ensayo de Gould y traducido por el suscrito): "Si pudiera escribir -musitó Demon- describiría en muchas palabras sin duda, cuán apasionadamente, cuan incandescentemente, cuan incestuosamente -cést le mot- el arte y la ciencia se hallan en un insecto".

Una mirada de niño, una pasión por el descubrimiento y la observación madura de la naturaleza y del comportamiento humano, me quedo con eso para seguir escribiendo. Y para seguir investigando

En la foto: Mariposas del género Lycaenidae, descubiertas por Nabokov

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